Inició su formación artística como discípulo de Antonio de Villanueva en la Academia de San Carlos de Valencia. En Madrid consolida el gusto por el dibujo, preciso y analítico, como método de estudio previo de sus pinturas. Sus retratos son respestuosos y objetivos con el personaje, con un personal sentido realista.
Fernando VII lo reclamó como su primer pintor de cámara. Desde entonces se convertirá en el pintor más solicitado de la aristocracia y burguesía adinerada madrileñas.
En 1826 realizó su obra más conocida, el Retrato del pintor Francisco de Goya. Muy hábil en el dibujo y en la plasmación de las texturas, se mantuvo activo y en plenas facultades hasta edad muy avanzada, dominando el retrato oficial madrileño durante décadas.