Luna y Mujer

6 octubre, 2019 - 7 febrero, 2020

Mirada con ojos de astrónomo la Luna es un objeto celeste excepcional. En primer lugar porque es el mayor satélite en relación al tamaño de su planeta de nuestro sistema solar. En segundo lugar porque es el único satélite de la Tierra cuando lo normal es que los planetas tengan muchos o ninguno. Esto podría llevar a los astrónomos a considerar a la pareja Tierra Luna como un sistema planetario doble, pero la diferencia de masa entre ambos planetas sitúa el baricentro gravitatorio en el interior de nuestro planeta por lo que la órbita es a grandes rasgos la propia de un satélite respecto a su planeta.

Pero más allá de su valor astronómico, la Luna, por su innegable protagonismo en el cielo nocturno, ha sido depositaria de un enorme bagaje simbólico. La Luna, con sus movimientos orbitales, sus cíclicas fases, sus ritmos precisos, su influjo sobre las mareas y su tenue luz auxiliadora, se convirtió en un temprano símbolo de la transformación y de los ciclos naturales, de la medición del tiempo, de la vida con su muerte y la esperanza de una resurrección.

Este legado inmaterial ha dado origen a un rico imaginario con incontables creencias, leyendas y supersticiones acerca del influjo lunar sobre nuestros espíritus. Entre estas asociaciones destacan por su persistencia y singularidad aquellas que señalan al íntimo vínculo entre la Luna y la condición femenina.

Esta correspondencia ha sido explotada no solo por religiosos y videntes, sino también por poetas y artistas, a la hora de construir un universo simbólico donde lo bello y sensual se entremezcla con lo oculto y lo terrible. Es así como, a lo largo del tiempo mujer y Luna han tejido una íntima alianza que salvaguarda su encanto y también su misterio.

Mario Croissier

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